domingo, 1 de marzo de 2009

Doña Perfecta (poniéndome zapatos ajenos).

Me levanto y veo el buró para encontrarme con mi reloj. Nada. Un olor peculiar matutino refesca mi inconciente. La alarma tenía encendida desde hace media hora. No la escuché. Tal vez el inmenso dolor de cabeza con que amanecía hoy, y lo primero que veo (seguido de mi despertador), la suite tapiza de ostentosos arreglos de flores. Nada fuera de lo común, sólo que ahora no traen tarjetas de ruegos y consumación. Son de ánimo y recuperación. ¿Cómo lo hacen?
Saben de mis males, todos mis esclavos (puesto que así se hacen llamar).
Salgo de mi cama, deambulo con delicadeza, tal que una garza envidiaría. La gran ciudad se expade ante mis ojos y abajo de mi, cientos de hombres esperan mi venida. Cientos de ellos.
Es de una vida que yo no pedí pero de la cual me fui acostumbrando...-ella es... Si definitivamente es el mismo demonio. No, no puede ser, ni Da Vinci huebiera imaginado. Nunca hubiera la perfección vislumbrado.
Tengo una pístola, que expresa el principio de algo y el fin de todo. Nadie excepto uno, se ha atrevido a tocarla. Dicenque su piel esta echa del llanto de Apolo, piel única y confeccionada al talle de la mas grande diosa que nunca Homero podría describir.
Todo en ella tiene proporción. Desde su elocuencia al hablar hasta la línea delgada que baja sobre su espalda, sobres sus pechos sin gravedad, su cadera llama...-
-No tengo nada que decir ni escuchar, todo me lo han dicho todo han tratado pero a lo más que han llegado, fue el rozarme un brazo. No existe el amor ni la amistad he podido conocerr,
El futuro no me concierne, puesto qe han llegado a decir que yo... Soy la salvación y la reencarnación del universo.

Vanidosamente... Parte 1.